La ambliopía, comúnmente llamada «ojo vago», es la causa de pérdida de visión más frecuente en niños. Esta se produce cuando uno de los ojos no se comunica bien con el cerebro. Por ejemplo, un niño puede ver mucho mejor con el ojo izquierdo que con el derecho; entonces, lo que hace el cerebro es dejar de utilizar la información del ojo derecho para centrarse en la del izquierdo.

Este procedimiento cerebral provoca un desuso del ojo vago (el derecho en este caso) que puede derivar en graves problemas de visión si no se trata a tiempo. Una vez detectado, el procedimiento más habitual es recurrir a la terapia con oclusiones.

¿En qué consiste la terapia con oclusiones?

Una oclusión consiste en tapar el ojo que mejor recibe la información para que el otro pueda adaptarse a su nivel y trabajar de igual manera, transmitiendo los mismos mensajes al cerebro. La forma más común de hacer este tipo de terapia es con el conocido parche en el ojo.

Bloqueando la visión total de un ojo con el parche, el otro ojo se verá forzado a mejorar su rendimiento. Además, ahora existen todo tipo de parches hipoalergénicos que evitan los problemas, por ejemplo, de irritaciones que se producían hace unos años.

Con llevar el parche unas horas al día durante un tiempo a determinar por un oftalmólogo, el problema de la ambliopía puede desaparecer por completo si se detecta precozmente.

También existen unas gotas que nublan la visión del ojo funcional de forma temporal. En este caso, se coloca una gota de la llamada atropina, una medicina, en el ojo predominante, que actuará de igual manera que el parche.

¿Para qué está indicado?

El método de utilizar un parche en el ojo es muy eficaz para el tratamiento del ojo vago. A medida que el ojo vaya mejorando la visión, el tiempo que el niño deberá tener colocado el parche se irá reduciendo poco a poco. Algunas otras veces y en casos específicos, suele combinarse la oclusión ocular con el uso de gafas, dependiendo de las recomendaciones del oftalmólogo.

¿Cómo sé si mi hijo tiene el ojo vago?

Es muy importante una detección precoz del problema para que el niño recupere la vista por completo. Así pues, los padres deben estar atentos a señales que pueda darles el comportamiento de sus hijos para sospechar que pueden padecer ambliopía. Es muy frecuente que los niños con ojo vago NO noten nada en absoluto, están acostumbrados a ver así y no notan pérdida de visión. Por eso es muy recomendable hacer una primera revisión de la vista a los 3 años para detectar ojos vagos y otros problemas de visión en la infancia.

En algunas ocasiones los niños pueden presentar:

-Si se acercan demasiado a los libros, libretas, móviles y objetos para leer o ver imágenes en general.

-Si a partir de los tres meses el niño o niña empieza a desviar un ojo.

-Si los hijos desvían la cabeza para mirar fijamente algún objeto o persona.

-Si parpadean constantemente, más de lo habitual.

-Si tiene visión borrosa, doble y con los ojos rojos.

-Si al ver una película en tres dimensiones, no es capaz de notar el efecto de las gafas 3D.

-Si el niño se cae mucho, tropieza con frecuencia

-Si el niño tiene dificultades para aprender a leer o hacer las tareas en el colegio

Cabe señalar que las revisiones de la vista deben hacerse por primera vez hacia los tres años, además de observar a los hijos desde que son bebés.

En efecto, ningún niño es demasiado pequeño para revisar su vista. Con estas revisiones y la atención de los padres, se conseguirá rápidamente detectar la ambliopía y tratarla a tiempo, antes de posibles problemas posteriores con soluciones más difíciles.